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Monedas complementarias, un plan B para la política monetaria de una nueva Europa

El pasado 10 de diciembre se celebró en el Europarlamento una mesa redonda bajo el lema “Hacia un marco de referencia europeo para las monedas complementarias”. En ella, varios expertos en monedas complementarias y sociales discutieron sobre las ventajas económicas, sociales y ecológicas de cambiar el sistema monetario europeo actual por otro donde monedas locales o regionales convivan con el euro promoviendo una economía más justa.

El evento, celebrado en la sede del Europarlamento y organizado por el europarlamentario de Compromís Jordí Sebastià y el portavoz de EQUO en el Parlamento Europeo Florent Marcellesi, concentró a expertos en monedas complementarias y sociales que expusieron diferentes experiencias exitosas de monedas sociales en nuestro país, como los casos del Puma en Sevilla o del Ekhi en Bilbao, así como futuros proyectos que se están gestando en ciudades como Barcelona, Valencia o Madrid.

Las monedas complementarias (MC), aquellas que conviven con la moneda de curso legal pero que “pueden ser usadas para favorecer y promover la economía de una zona geográfica determinada“, están en pleno auge en nuestro país y ya son una firme realidad en países como Alemania, Francia o Reino Unido, donde existen casos como el de la ciudad británica de Bristol donde la moneda complementaria “Bristol pound” es usada por una amplia mayoría de la población, se puede utilizar en un gran número de comercios locales, permite pagar impuestos municipales y donde su alcalde cobra su sueldo integro en esta moneda.

El actual sistema monetario europeo, que ha dejado en manos del Banco Central Europeo (BCE) la soberanía de las políticas monetarias, parece hacer aguas en esta “Europa a dos marchas” donde los países han perdido la posibilidad de usar estas políticas en casos de urgencia o de necesitar promover otras políticas económicas que no sean las marcadas por Europa o la Troika.

Hacia un sistema monetario europeo más justo

En el actual contexto de desigualdad económica, tanto entre los países de la unión europea como a niveles regionales dentro de los propios países, se hace necesaria una autonomía monetaria que brinde a los gobiernos, a las administraciones locales e incluso a grupos de ciudadanía organizada la posibilidad de buscar vías de acción propias para resolver sus problemas. En este punto es donde las MC pueden funcionar -y ya están funcionando en muchos lugares- como una herramienta perfecta para avanzar hacia otra economía más local.“Europa necesita una relocalización de la economía, además de necesitar reducir el consumo de recursos usando circuitos cortos de consumo y producción. En este sentido las MC favorecen una economía local de proximidad más justa para todos”, explica Florent Marcellesi, portavoz de EQUO en el Parlamento Europeo. “Necesitamos introducir las MC en un marco europeo. Estamos lanzando estudios europeos sobre postcrecimiento en temas como la deuda, los sistemas financieros y el sistema monetario europeo y uno de los puntos y elementos fundamentales en una sociedad y en una Europa postcrecimiento son las MC como herramienta de cambio”, concluye Marcellesi.

Jordi Sebastià, europarlamentario por Compromís explicó que “las MC, locales y sociales son una manera de crear un nuevo modelo económico, de luchar contra los efectos de la crisis y de crear red ciudadana”. De ahí la importancia de llevar este tipo de debates a instancias europeas, “si estas monedas y sus logros consiguieran unas dimensiones europeas podríamos llevar este tipo de economía a una nueva Europa”, continua Sebastià “a partir de aquí deberemos buscar experiencias similares en Europa y crear una corriente favorable y un debate dentro del parlamento europeo”.

En este camino para introducir las monedas complementarias en el marco de una nueva Europa, el experto en desarrollo territorial y activista de la iniciativa “Economías BioRegionales” Franco Llobera, explica que“Europa necesita un libro blanco de las monedas complementarias, un marco legal que las permita y promueva. Los técnicos en Europa lo tienen claro y por eso la Comisión Europea sigue financiando con fondos sociales este tipo de iniciativas, pero no parece que tengan la voluntad política de llevarlo al Parlamento Europeo”.

Las monedas complementarias en situaciones de crisis

Las MC ya han tenido papeles fundamentales en momentos de crisis económicas en otros países. El caso más sonado fue la aparición de monedas complementarias en Argentina durante el corralito en el 2001, donde varias monedas surgieron para poder facilitar el intercambio y paliar la falta de liquidez provocada por el cierre de los bancos. Este tipo de monedas podrían ser de gran ayuda para gobiernos o administraciones locales en situaciones de crisis económica o falta de liquidez como la que sufrió Grecia“En el caso de Grecia, el entonces ministro de finanzas griego Yanis Varoufakis propuso emitir dinero electrónico, que funcionaría como una moneda complementaria, ante la falta de liquidez provocada por el corte de financiación del BCE, inyectando dinero electrónico mediante los sueldos de los funcionarios y las pensiones. Aquella medida podría haber dado tiempo extra al gobierno en las negociaciones con la Troika y hubiera evitado, o al menos suavizado, el parón económico causado por la falta de liquidez de euros en los bancos griegos”, explica Daniel Albarracín, economista miembro de Podemos, asesor del grupo de la Izquierda Unitaria Europea/Izquierda Verde Nórdica (GUE-NGL) en el Parlamento Europeo y uno de los expertos que formó parte del Comité de la verdad de la deuda pública griega, “Las MC tienen un recorrido corto, no podrían sustituir a una moneda nacional o europea, pero si que pueden dar un respiro y ser un alivio en momentos en los que se produce algún tipo de crisis económica, social o una falta de liquidez”.

La posibilidad de emitir o promover este tipo de monedas significaría el retorno de la soberanía monetaria a las administraciones locales, las cuales conocen y comprenden mucho mejor la problemática de cada territorio, y que la actual estructura europea ha eliminado por completo al centralizarla en el BCE. “Ya hay experiencias similares como lo ocurrido en Argentina durante el corralito o el caso del estado de Florida en EE.UU. donde se ha devuelto la soberanía financiera a entidades locales para que pudieran buscar soluciones a sus problemas mediante estas herramientas y políticas monetarias propias. En Europa esa soberanía es del BCE, que no es para nada democrático”, explica Sebastià. En el caso de Grecia el europarlamentario comenta que “ha sido crucial el hecho de no dejarle crear una propia alternativa para salir de la crisis y obligarles a seguir unos parámetros neoliberales y totalmente pendencieros, lo que se acentúa si recordamos que la deuda griega era una deuda privada que Europa le obligó a socializar”.

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